Cuando hay desconfianza en las capacidades y habilidades de otra persona, la gente piensa lo siguiente: «tengo que hacerlo yo mismo si quiero lograr que se haga correctamente». Esta figura se repite muchas en empresas en crecimiento, pues hay miembros que desconfían del nuevo personal. Tal acción solo ocasiona la desconfianza así como la incomodad del nuevo personal, que puede pensar seriamente en dejar la empresa pues ve que sus capacidades no son aprovechadas, por tanto este no es un lugar óptimo para crecer.
Este síntoma, como la falta de coordinación, también es causado por la falta de papeles claramente definidos, responsabilidades y relaciones entre roles. Cuando los roles y responsabilidades no están claramente definidos, los individuos o departamentos tienden a actuar por su cuenta, ya que no saben de quién responsabilidad en una tarea determinada. También pueden hacer la tarea por sí mismos para evitar la confrontación, ya que la persona o el departamento al que están tratando de delegar la responsabilidad puede rechazarlo o hay problemas anteriores que se han arrastrando.
Operando bajo esta filosofía, los departamentos quedan aislados unos de otras, y el trabajo en equipo es mínimo. Cada parte de la empresa «hace su propia cosa», sin tener en cuenta el bien de la totalidad. La comunicación entre la dirección y los niveles inferiores de la organización y entre departamentos puede desaparecer ya que la organización no tiene un sistema formal a través del cual la información puede ser canalizada.
¿Cómo solucionarlo?
La manera de afrontar este problema dentro de la empresa es reforzar las tareas que cada departamento cumple dentro del negocio. Ello implica también reforzar el rol de cada individuo dentro del centro de trabajo. Los jefes de equipo deben saber que los nuevos miembros han sido contratados en base a sus capacidades y por tanto se debe confiar en ellos. Ambas tareas necesitan de una fuerte asesoría del área de relaciones laborales e industriales.